Tengo que creer en mí
porque no hay dios que me entienda.
Arrancarme las raíces
-donde sea que estén-
y crecer fuerte, crecer humilde,
pero de paso, crecer.
Quiero pensarme mucho
hasta el punto de poder 
quererme.
Quiero explotar, afectarme,
ver que soy capaz de apagarme 
y reconstruirme.
Quiero escribirme con 
puntos suspensivos para que 
cada pausa merezca mi risa.
Debería creer en mí
ahora que tengo voz y voto,
miles de preguntas
-quizás-
unas cuantas vidas
por delante por dejar atrás.
Una rama se me rompió
anoche mientras diluviaba.
La barbarie ha entrado en casa,
empapada.
Bienvenida,
soy yo misma.

No hay comentarios: