El insomnio es un monstruo de dos cabezas muy feas. Una me ciega, la otra me abraza; una me excita, la otra me relaja. Pero ninguna de las dos me entiende.
El monstruo me hace bostezar. Las dos cabezas se ríen de mí (una más que otra) y me obligan a pensar en todo lo que no he sido, lo que no he hecho, todo lo que posiblemente alguna vez pareció fácil aunque después no tuviera remedio. 
No duermo y tampoco abro los ojos. Las dos cabezas me vigilan, atentas. Sus respiraciones son tan dolorosas que quiero llorar pero el cuerpo me pide resistencia... y al final resisto.
Cojo un bolígrafo. Empiezo a escribir sobre el cuerpo del monstruo para enseguida pasar a la primera cabeza y luego, a la segunda. Escribo mucho, hasta que se me resiente la mano, así que el resultado me satisface. 
El insomnio es un monstruo de dos cabezas muy feas, pero al menos ahora tengo algo que contar. 

No hay comentarios: