Se cruzan conmigo por la calle, 
me miran, me sonríen
sin conocerme.
Qué más da.
Ellos son un decorado.
Hombres que acechan,
ridículos
que no saben a quién miran.
No tienen ni idea
pero yo se lo diré:


observad,
aquí, 
un saco de lágrimas, 
un vagón vacío
repleto de historias, 
una caja de música
sin clave de sol, 
una búsqueda incansable
llamada soledad.