La inmensidad de una esquina
cuarteada,
el ruido del viento golpeando
las persianas en una habitación
que ya no le pertenece,
la inimitable relación
entre la lluvia y la desgracia.

Y, por si acaso, aparece ÉL
y ella se pone colorada
(es su forma de decir “gracias”
o “me alegro de verte”)
aunque cinco minutos antes
se había sentido
sola,
arruinada,
deprimida…

- Yo te salvaré- le dice ÉL.
Ahora lo realmente importante
es encontrar un lugar
donde las personas rotas
sean bienvenidas.

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