No nos mintamos,
esto no es un circo.
Tampoco hay un
Deus ex machina
en el precipicio,
sino una orquesta fúnebre,
incitándonos a saltar.

Pero luego, en las fotos
tenemos que sonreír.
Al fin y al cabo
somos muñecos de trapo:
las emociones en nosotros
son imperceptibles.

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